Diferentes


Hace muchos, muchísimos años en una lejana, lejanísima aldea del más alejado de los países, vivía la más grande de todas las enanitas del mundo. En la casa vecina habitaba el gigante más pequeño que jamás se pudo conocer en el mundo gigantil.
Cada mañana “Enorme” que era el nombre de la gigantesca enanita regaba las macetas de su balcón mientras “Diminuto”, el gigante, podaba el seto que separaba ambas casas.
-¡Buenos días!, saludaba mientras sujetaba las tijeras podadoras con una mano y con la otra apartaba las ramas de verde aligustre.
-¡Buenos días!, respondía la chica, retirando las hojitas secas de sus geranios colorados.
Y tras estas palabras ambos se recogían dentro de sus respectivas casas.
Así pasaron cien días, con sus cien mañanas y sus cien buenos días, hasta que una mañana “Diminuto” al ver a “Enorme” aparecer en su balcón decidió continuar la conversación, y así lo hizo:
“¡Buenos días!” - exclamó. Y prosiguió diciendo: ¡Qué maravilloso día de sol! , ¿No?
La enanita gigantona, entre asustada y sorprendida le contestó: “Sí, maravilloso” y rápidamente hizo ademán de cerrar los cristales del balcón, sin tan siquiera recoger las hojitas secas de sus macetas.
¡Espera, espera, no te marches, por favor!, siempre te veo en la ventana cuidando de tus plantas, me saludas pero nunca te he visto reír, ni tan siquiera esbozar una sonrisa…
“Enorme” le interrumpió diciendo: “No tengo motivos, he de vivir aquí en la más alejada de las aldeas del universo, sin amigos ni familia, simplemente porque al nacer era demasiado grande. En mi país, todos son de baja estatura y yo con tan solo una semana ya era más alta que mis padres, mis hermanos y que el propio rey. Este fue quien me desterró a esta comarca. Le daba miedo que alguien fuera más grande y fuerte que él. No podré volver nunca más. Como ves no tengo motivos para estar feliz.
“Y, tú. ¿Porqué no sonríes?”, continuó hablando.” Hablas sobre mí, como si reír fuera lo más natural del mundo, sin embargo tampoco a ti te he visto reír nunca. ¿Te pasa algo?”
“Diminuto”, soltó sus tijeras de podar sobre el muro de la casa y acercándose más al balcón le contestó: “Verás, en mi tierra, todos tienen una gran altura, todos presumen de ser gigantes, los más fuertes y poderosos. A los dos días de nacer, mis padres se dieron cuenta de que era muy pequeño, me llevaron a los mejores médicos y ellos les dijeron que jamás crecería. El rey de mi país, como a ti, me desterró a este lugar por si nuestros enemigos se enteraban de mi baja estatura y creían que era el nuestro un pueblo débil.
Por eso no sonrío, siempre estoy solo, con la única persona que hablo en todo el día es contigo, no tengo amigos ni familia, ¿Porqué iba a estar feliz?
“Enorme” y “Diminuto” se miraron unos minutos, callados, sin decir nada y de repente una luz iluminó los ojos de ambos. Y ambos soltaron una gran carcajada.
¿Tú también te has dado cuenta?, decía entre risas la grandísima “Enorme”.
¡Sí!,- exclamó, el gigante chiquitín, jajajajajajjajaja, jajajajajajja… ¡Tu eres más grande de lo normal y yo soy más pequeño que la media¡ ejjejejejje… pero ambos somos perfectos…¡
¡Somos iguales!, ¿Te has fijado?
Quizás tu no seas enana ni yo sea gigante, o yo sea enano y tu gigante, quizás simplemente hayamos nacido en el lugar equivocado.
“Enorme” mirando fijamente a “Diminuto” le propuso: “Y que tal, si creamos nuestro propio país”, el país de Los iguales.
¡Muy buena idea, gritó el gigante!, En este país serán bien recibidos todos aquellos que sean normales.


Desde entonces, Enorme y Diminuto vivieron en el país de los “Normales”, en el que no se aceptaba a los “diferentes”.
 Como no tenían nombre para su país sacaron todas las fichas de un viejo dominó de letras que encontraron en una vieja caja de cartón descolorida, las mezclaron y con los ojos cerrados sacaron seis letras, tres cada uno, las pusieron en el orden de salida y así bautizaron la nueva nación: T I E R R A.

Crónicas desde el cielo: Talía, la guía

Caminaba despistado, con las manos en los bolsillos de su pantalón de color claro. La mirada perdida aún pensando en porque estaba allí en aquel extraño lugar y como había llegado a aquella situación, así se encontraba aquel hombre apuesto, alto, de pelo cano y tez morena caminando a través de aquella alameda repleta de extraños árboles esponjosos como nubes y suelo firme y empedrado con trocitos de piedra meteórica.

No había nadie a su alrededor, ni una luz al final del camino por lo que ni siquiera sabía ciertamente a donde se dirigía.
De pronto en uno de los lados del paseo creyó reconocer la silueta de una persona. Era alta, delgada y al pronto descubrió que de su espalda salían lo que parecían ser un par de alas de plumón blanco.
-“¡Hola Francisco!, ¿cómo estás?

-“Bien, contestó y preguntó entre curioso y asustado: ¿Nos conocemos?
Sí, amigo Paco, mi nombre es Talía, soy el ángel del teatro, algunos me llaman diosa pero realmente tan solo soy un ser de luz.

De una luz, tan intensa que aquel a quien toco con mis manos se ciega y enamora de mi arte, sin pensar en otra cosa. Pero, tú ya me conoces, te fui a visitar de niño a tu casa de Sevilla, ¿Recuerdas?
Paco, sonriente, con mirada ilusionada, se tranquilizó al ver al fin a alguien conocido, desde hacia tantos años…
Y le contestó con una voz firme y varonil que llegó a emocionar a aquel “ángel” teatral.
“Sí, te recuerdo, hemos sido compañeros de viaje muchos años, pero siempre te veía cercana pero escondida… ¿Porqué te apareces ahora?
Porque durante años he estado guiándote en la sombra por el cine, la televisión y el teatro.

¿Recuerdas cuándo alguna vez se te olvidaba un texto o una frase y sentías un soplido en una de tus orejas? Era yo, Paco. Te guíe en tu profesión desde tus comienzos.
Yo ponía los papeles que serían éxitos en tus manos y apartaba con una bocanada de aire los textos que no lo serían, casi siempre lo logré.
Soy algo así como “tu ángel de la guarda”.Yo te preservé en el nombre de las musas de las enfermedades y cuando las tuviste te hice superarlas, hasta que este año de “arriba” me dieron la orden de que te necesitaban. Y aquí estás. No te asustes. Te están esperando. ¿Me acompañas?
Paco, asintió con la cabeza, sus ojos tenían el brillo curioso de un niño que espera sus regalos en la noche de reyes. La diosa le cogió de una de sus manos y comenzaron a levantar el vuelo a través de magníficos paisajes llenos de inmaculadas nubes, estrellas y lejanas constelaciones de brillo cegador.
“¿Falta mucho para llegar?- pregunto nuestro protagonista impaciente.
La diosa alada, negó con la cabeza, mientras le decía:
¡”Mira hacia abajo!...
Francisco echó una mirada hacia donde su guía le decía y comenzó a ver luces, focos, música ,viejas candilejas y un gran teatro a la italiana con maravillosos telones de aterciopeladas nubes y butacas de estrellas de cola de cometa en las que enseguida reconoció a viejos amigos y amigas con los que creía jamás volvería a actuar ni tan siquiera a ver.
A medida que descendían comenzó a ver sus caras más claramente.
¡Están todos!, gritaba entusiasmado. ¿Los ves, Talía?, preguntó sin dejar de ver aquel espectáculo maravilloso.

Nadie le contestó, miró hacia atrás y comprobó que su nueva y vieja amiga había desaparecido.
A pesar de ello, ya no se sentía solo. ni perdido, ni inseguro, estaba realmente contento junto a Pepe, Quique, Rafaela, Mary, Queta, Francisco, Carlos, Lola, Fernando, Jesús, Juanjo, Olga, Enrique, Enma, Irene, Gracita, Amparo, José Luis, Manuel, Agustín, Raquel, Carla y tantos y tantos y tantos amigos y amigas.
Desde una nube, en la lejanía, la vieja diosa del teatro miraba la imagen con lágrimas en los ojos, pensando:
“Está bien. Ya está con los suyos. Es feliz”
A la noche siguiente, en una casa de un lugar de la tierra en el norte de España, la vieja diosa Talía se acercaba a la cabecera de la cama de una aprendiz de actriz, soplándole como los viejos apuntadores su nueva Crónica desde el cielo.

Crónicas desde el cielo: La bienvenida



-¡Pásame la estela de brillo dorado!, ¡Y el traje de estrellas!, ¡El azul!, ¡Ese noooo!, ¡El azul celeste, no, el azul mar!
¡El maquillaje, deprisa, tiene que estar perfecto con la raya del ojo muy bien marcada y los labios suaves pero seductores¡- Así exclamaba Columba una maravillosa estrellita fugaz del hemisferio sur.
Nadie sabía el motivo por el que llevaba arreglándose toda la mañana de aquel, según el calendario terrenal 15 de marzo, iba de un lado para otro, preparando esto y arreglando aquello. Nadie se lo explicaba, nunca la habían visto así, ni siquiera cuando la feria y el circo Universal llegaban a su nube de terciopelo blanco.
Mientras en una constelación cercana , Carmesí, una maravillosa querubina de tez rojiza, también se preparaba para lo que parecía ser un grandísimo acontecimiento.
Vestía sus mejores alas de plumas de polvo de nebulosa y sus mejores zapatos de purpurina de estrellas.

Todo el mundo en la zona estaba extrañado de tales preparativos. Al igual que Columba y Carmesí, todas las estrellas y ángeles femeninos, que en contra de lo que se cree si tienen sexo no paraban de organizar cosas, arreglándose como pocas veces lo hacían y con  un nerviosismo que ya contagiaba a todos.
A eso de las nueve de la mañana, hora universal española, llegó la diligencia procedente de la tierra. Las chicas, todas, acudieron al andén de la nebulosa de Venus, reservado para aquellos que proceden del mundo del espectáculo terráqueo.
Pasaron uno, dos, tres, cuatro “nubevagones” y al fin la diligencia ferroviaria interterrenal se paró. Casi todos los vagones venían vacíos.
Por fin, ante los ojos de todos los que esperaban, ya que al gran número de chicas asistentes se había sumado casi toda la población de aquel contorno interplanetario, de uno se bajó un hombre alto, con cuidado aspecto pero con ropa informal, cómoda como para emprender un gran viaje, Un pantalón de sport con cinturón deportivo, camisa blanca, inmaculada y sobres los hombros anudado al cuello un jersey de color naranja era su elegante vestimenta de viaje. Complementaba el conjunto unos preciosos zapatos de color marrón brillantes como espejos y unas gafas de sol.
Las chicas gritaban enfervorizadas.
 ¡Qué guapo!, ¡Ya está aquí!- gritaban, mientras fijaban sus ojos en su cabello con raya a una lado y su rostro moreno por el sol.
Al apoyar los pies en el último de los esponjosos escalones de nube marrón, todas se acercaron a él, felices de verle tan cerca, enseguida le rodearon, le agasajaron y hasta le abrazaron y besaron.
El recién llegado no podía ocultar su sorpresa ante tal recibimiento, aunque

para que negarlo estaba encantado.
La situación le extrañaba, ya que desconocía donde estaba y que hacia allí, ya que solo recordaba haber sentido un tremendo sueño y que al despertar ya estaba en aquel mullido sillón del vagón de las estrellas.
También ignoraba quienes eran aquella criaturas maravillosas que le rodeaban, pero estaba feliz y cómodo como hacia mucho que no se encontraba y decidió, dejarse llevar.
Poco a poco fueron entrando en la estación, envueltos en una nube de besos, vivas y gritos de admiración.

Allí les esperaba una bellísima mujer con una túnica dorada, enormes ojos azules, tez palidísima y perfilados labios colorados.
-“¿Es usted, don José Rubio?
No conteste, ya lo sé, continuo, sin dejarle abrir la boca. Desde que nos anunciaron su llegada tenemos el cielo revolucionado. Todas nuestras habitantes femeninas quieren salir a recibirle.
¡Menuda fama tiene usted de guapo y conquistador!, ¡Incluso de sinvergüenza! , sí, ya sé que esto último solo fue uno de sus múltiples trabajos, pero las ángeles y las estrellas son jóvenes e inexpertos  seres de luz y al buscar información sobre usted en “cielonet” solo se quedaron con lo más simple. ¡Galán de cine y teatro!
Siguió hablando: Bienvenido, mi nombre es Petra y soy la portera de este nuevo mundo al que ha llegado, en concreto soy la encargada de recibir a los galanes de teatro y cine. Pase por esta puerta, por la del centro, la de cortinas de telón brillante y a disfrutar de su nueva existencia.
 
En aquel instante, José o Pepe como le gustaba que le llamaran se dio cuenta de donde estaba y lo que le había pasado, llevaba tiempo esperándolo pero nunca hubiera imaginado que fuera así de estupendo.
Todo el mundo le reconocía como en sus mejores años de popularidad.
Con un ángel cogido de cada brazo recorrió con orgullo aquel camino de nubes bermellón, esponjosas como si de una alfombra roja antes de un estreno se tratara. A lo lejos vio como muchos de sus amigos y amigas que le habían precedido en el viaje a aquel “otro barrio” de la vida,  le saludaban sonrientes.
Una gran sonrisa inundó su rostro con agrado, mientras con una de sus morenas manos hacia señas a sus antiguos compañeros de tierra, sabedor de que aquel nuevo lugar, le auguraba un espléndido futuro lleno de felicidad.

La dama del Alba de Casona

La dama del Alba es una de mis obras de teatro favoritas.
El papel de la peregrina, es para cualquier actriz un lujo. Un reto y un gusto de interpretar.
Aunque hago teatro, en esta ocasión se trataba de dibujar me quede con una de las escenas de la obra que más me gusta. Se trata del momento en el que la peregrina habla y juega con los niños y para "Ilustrar", la ilustración y valga la redundancia he elegido la frase del abuelo que versa sobre el tema.
"Los niños juegan tantas veces con la muerte sin saberlo" (Acto 2º escena 3ª)
Espero que os guste. Aquí os dejo un fragmento de la versión realizada por rtve. En you tube tenéis la obra completa.

GONDROLINA, REINA DE LA NOCHE

La pequeña Góndola veneciana, al llegar el carnaval, se tranforma en Gondrolina, mitad barcaza, mitad ave que fantasea "volando" entre los canales de la vieja ciudad.

Crónicas desde el Cielo: Recién llegado

¿Quién es el último?, ¿quién da la vez?, perdone, me podía informar…
Caballero… oiga, así preguntaba aquel hombre a cada uno de las personas que allí se encontraban.
Era una larga fila, interminable en donde hombres, mujeres y niños guardaban una larguísima cola a la que no se le veía fin.
había personas de todas las razas y colores, altas, bajas, gordas y flacas e incluso se podía ver algún perro, algún gato y un par de pajarillos.
Aquel hombre gordito de blanca tez y pelo blanco andaba despistado estaba claro, nadie le contestaba y esto cada vez le ponía más nervioso.
A la lejanía oyó un murmullo, un hombre hablaba muy bajito de una manera muy sinuosa y le dijo en el  mismo tono: ¡Por favor, baje usted la voz, aquí todo es paz y tranquilidad y usted habla demasiado alto…
Perdone, le contestó es que por mi profesión estoy acostumbrado a proyectar mucho mi voz, sino el público no me oiría y eso sería imperdonable.
-¿El público?, es usted cantante, actor, político…

Actor, actor, si señor y estoy muy confuso, me he despertado aquí y no sé donde estoy ni conozco a nadie.
No recuerdo esta obra ni reconozco su decorado, ni siquiera siento esas mariposillas en el estómago anteriores a salir al escenario, vamos que me he perdido.
El hombrecillo de la voz sinuosa, se puso unas grandes gafas y miró fijamente al caballero despistado, mientras buscaba en una gran lista de papel azul.
-"Pero bueno, señor si le estábamos esperando desde hace unos días, si es usted Don Enrique…
-"Quique, Quique, todos me llaman así, hágalo usted también y tutéeme por favor…

-¡Claro, Quique, claro!, ande que no me he reído yo en sus obras de teatro, recuerdo cuando acompañado de mi esposa fui a verle en aquella comedia, ¿Cómo se llamaba?... ¡Ah, si!, ¡Ponte el bigote, Manolo!, lo que nos reímos cuando usted se ponía y quitaba el bigote! y en aquella otra en la que se hacia usted el muerto, jajajajjaja… que bueno.
¿Cómo se titulaba?.

Quique, contestó al instante, siempre había tenido una gran memoria: “!Qué solo me dejas!.
-Eso, eso, ¡ay que buena!, y tantas otras, lo que hemos disfrutado, eres de los mejores.
Yo en mi modestia también soy actor y trabajo aquí en un grupo de teatro!
¿Aficionados?- le preguntó Quique.
-Unos sí y otros no. En la Compañía hay actores que lo hacen por afición pero hay muchos que fueron profesionales.
¡Anda, la osa!, y ¿donde actúan?, me gustaría verlos trabajar. Ya sabe los actores siempre seguimos estudiando y aprendiendo, dijo nuestro protagonista.
Pues si te apetece puedes acompañarme un minuto y ver nuestro escenario y a  mis compañeros de escena, ¿te apetece?

Quique, contento, olvidó que estaba perdido, si había un teatro y actores alguno le comentaría como volver a su casa y sin decir palabra ,decidió seguir a aquel hombre que le había reconocido y que le había brindado su amistad en aquel lugar extraño.
Llegaron a un gran teatro, con majestuosos decorados, telones azulados llenos de magnificas estrellas que brillaban como si cada una de ellas tuviera un foco en su interior. Las tablas del suelo eran brillantes de una madera que nunca había visto y que al caminar sobre ellas eran blanditas como algodones de azúcar, las candilejas alumbraban más que nunca y existía un magnifico foso para la orquesta y una preciosa concha de apuntador.
¡Esto es una preciosidad!, este espectáculo deberíamos venderlo a un gran teatro de la Gran Vía de Madrid o del Paralelo de Barcelona, llenaríamos a diario, ¡Es fantástico!
Quique, vera usted, estamos ensayando una revista musical y estamos con la apoteosis final, ¿quieres verla?
Claro que si, encantado. Esto me encanta, es todo un lujo poder ver este final.

Me sentaré aquí en estas butacas de la primera fila.
Como si de una gran pantalla se tratara comenzaron a surgir preciosas chicas con plumas, las más bellas vedettes y de los laterales del escenario comenzaron a salir actores y actrices: característicos, dramáticos, cómicos.

A medida que la obra se iba representando, Quique iba reconociendo caras en el escenario, primero creyó que era producto de los nervios, muchos de sus amigos que ya se habían ido desfilaban haciendo chistes, diciendo textos, cantando viejas canciones y bailando ritmos melódicos, pero al cabo de unos minutos una lágrima resbaló por una de sus mejillas.
¡Ya lo entiendo!, ¡Ya sé donde estoy! gritó dirigiendo sus palabras al escenario…
¿Me dejáis actuar con vosotros?
Como un coro resonaron las voces en el patio de butacas,: ¡CLARO, SUBE, TE ESTABAMOS ESPERANDO, QUIQUE!
Y una voz en off, fuerte y clara presento: Señoras y señores recién llegado de la tierra, en absoluto estreno con todos ustedes la Compañía celestial de Revistas y teatro del más allá, les presenta a QUIQUE CAMOIRAS… Sin duda un gran éxito.
Un gran aplauso recorrió la sala, mientras Quique dando uno de sus característicos saltos y simulando un resbalón subió al escenario y allí está desde hace unas horas haciendo reir a todo el elenco de las estrellas.