Crónicas desde el Cielo: Recién llegado

¿Quién es el último?, ¿quién da la vez?, perdone, me podía informar…
Caballero… oiga, así preguntaba aquel hombre a cada uno de las personas que allí se encontraban.
Era una larga fila, interminable en donde hombres, mujeres y niños guardaban una larguísima cola a la que no se le veía fin.
había personas de todas las razas y colores, altas, bajas, gordas y flacas e incluso se podía ver algún perro, algún gato y un par de pajarillos.
Aquel hombre gordito de blanca tez y pelo blanco andaba despistado estaba claro, nadie le contestaba y esto cada vez le ponía más nervioso.
A la lejanía oyó un murmullo, un hombre hablaba muy bajito de una manera muy sinuosa y le dijo en el  mismo tono: ¡Por favor, baje usted la voz, aquí todo es paz y tranquilidad y usted habla demasiado alto…
Perdone, le contestó es que por mi profesión estoy acostumbrado a proyectar mucho mi voz, sino el público no me oiría y eso sería imperdonable.
-¿El público?, es usted cantante, actor, político…

Actor, actor, si señor y estoy muy confuso, me he despertado aquí y no sé donde estoy ni conozco a nadie.
No recuerdo esta obra ni reconozco su decorado, ni siquiera siento esas mariposillas en el estómago anteriores a salir al escenario, vamos que me he perdido.
El hombrecillo de la voz sinuosa, se puso unas grandes gafas y miró fijamente al caballero despistado, mientras buscaba en una gran lista de papel azul.
-"Pero bueno, señor si le estábamos esperando desde hace unos días, si es usted Don Enrique…
-"Quique, Quique, todos me llaman así, hágalo usted también y tutéeme por favor…

-¡Claro, Quique, claro!, ande que no me he reído yo en sus obras de teatro, recuerdo cuando acompañado de mi esposa fui a verle en aquella comedia, ¿Cómo se llamaba?... ¡Ah, si!, ¡Ponte el bigote, Manolo!, lo que nos reímos cuando usted se ponía y quitaba el bigote! y en aquella otra en la que se hacia usted el muerto, jajajajjaja… que bueno.
¿Cómo se titulaba?.

Quique, contestó al instante, siempre había tenido una gran memoria: “!Qué solo me dejas!.
-Eso, eso, ¡ay que buena!, y tantas otras, lo que hemos disfrutado, eres de los mejores.
Yo en mi modestia también soy actor y trabajo aquí en un grupo de teatro!
¿Aficionados?- le preguntó Quique.
-Unos sí y otros no. En la Compañía hay actores que lo hacen por afición pero hay muchos que fueron profesionales.
¡Anda, la osa!, y ¿donde actúan?, me gustaría verlos trabajar. Ya sabe los actores siempre seguimos estudiando y aprendiendo, dijo nuestro protagonista.
Pues si te apetece puedes acompañarme un minuto y ver nuestro escenario y a  mis compañeros de escena, ¿te apetece?

Quique, contento, olvidó que estaba perdido, si había un teatro y actores alguno le comentaría como volver a su casa y sin decir palabra ,decidió seguir a aquel hombre que le había reconocido y que le había brindado su amistad en aquel lugar extraño.
Llegaron a un gran teatro, con majestuosos decorados, telones azulados llenos de magnificas estrellas que brillaban como si cada una de ellas tuviera un foco en su interior. Las tablas del suelo eran brillantes de una madera que nunca había visto y que al caminar sobre ellas eran blanditas como algodones de azúcar, las candilejas alumbraban más que nunca y existía un magnifico foso para la orquesta y una preciosa concha de apuntador.
¡Esto es una preciosidad!, este espectáculo deberíamos venderlo a un gran teatro de la Gran Vía de Madrid o del Paralelo de Barcelona, llenaríamos a diario, ¡Es fantástico!
Quique, vera usted, estamos ensayando una revista musical y estamos con la apoteosis final, ¿quieres verla?
Claro que si, encantado. Esto me encanta, es todo un lujo poder ver este final.

Me sentaré aquí en estas butacas de la primera fila.
Como si de una gran pantalla se tratara comenzaron a surgir preciosas chicas con plumas, las más bellas vedettes y de los laterales del escenario comenzaron a salir actores y actrices: característicos, dramáticos, cómicos.

A medida que la obra se iba representando, Quique iba reconociendo caras en el escenario, primero creyó que era producto de los nervios, muchos de sus amigos que ya se habían ido desfilaban haciendo chistes, diciendo textos, cantando viejas canciones y bailando ritmos melódicos, pero al cabo de unos minutos una lágrima resbaló por una de sus mejillas.
¡Ya lo entiendo!, ¡Ya sé donde estoy! gritó dirigiendo sus palabras al escenario…
¿Me dejáis actuar con vosotros?
Como un coro resonaron las voces en el patio de butacas,: ¡CLARO, SUBE, TE ESTABAMOS ESPERANDO, QUIQUE!
Y una voz en off, fuerte y clara presento: Señoras y señores recién llegado de la tierra, en absoluto estreno con todos ustedes la Compañía celestial de Revistas y teatro del más allá, les presenta a QUIQUE CAMOIRAS… Sin duda un gran éxito.
Un gran aplauso recorrió la sala, mientras Quique dando uno de sus característicos saltos y simulando un resbalón subió al escenario y allí está desde hace unas horas haciendo reir a todo el elenco de las estrellas.

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