Crónicas desde el Cielo: ¡Bienvenido, maestro! (Antonio Mingote)

(Crónica de urgencia escrita con motivo del fallecimiento de Antonio Mingote).

Cuentan que en la última galaxia, muy cerca de la última constelación cercana a las nubes “arcoirisadas” aquel tres de abril del calendario terrestre, reinaba un gran nerviosismo.
Los colores que la conformaban enganchados a las colas de los cometas andaban revolucionados.
Los pinceles de plumas de ángel llevaban todo el día dándose baños de agua de lluvia para estar a punto para el acontecimiento.
Las acuarelas de polvo de estrellas y colores de ilusión dentro de sus tubos se estiraban y exprimían para estar lo más presentables posibles.
Los lápices de corteza de árbol de pino universal se sacaban punta los unos a los otros con las afiladas esquinitas de cientos de estrellas sonrientes, para que sus minas estuvieran largas finas y  resistentes.
Las gomas de borrar de resina de constelación y los papeles secantes, recién llegados de la cara oculta de la luna, donde se subsanan los errores y se esconden para siempre, se apilaban ordenados descansando en una caja de esponjosas nubes de colores.
Se vertieron ríos de tinta roja formando sobre los cirros, cúmulos y estratos una suave y algodonosa alfombra roja de bienvenida.
La vía láctea, aquella mañana era más blanca que nunca esperando convertirse en un magnífico lienzo para llegado el momento recibir las caricias de los pinceles del nuevo inquilino.
No sé si lo sabéis, pero os contaré que cuando los que pintan  o dibujan deciden irse de vacaciones eternas al mundo del más allá, se encuentran con un cielo especial para ellos solitos.
Pues bien, aquella mañana con grandes nubes oscuras que lloraban con fuerza sobre el planeta tierra, con una desgastada carpeta de color gris atada con dos grandes lazadas encarnadas y un buen número de lápices en el bolsillo de la americana, llegó un hombre mayor, de mirada pícara y juguetona a las puertas de entrada de aquel paraíso del dibujo.
La entrada estaba franqueada por dos querubines de grandes ojos negros,
el más alto de los dos, sosteniendo un lápiz en la mano y un gigantesco block de dibujo, que casi le tapaba por completo en la otra, se dirigió al recién llegado diciendo:
“Bienvenido, maestro” y prosiguió, “le estábamos esperando”.Solo nos faltaba usted para terminar “la obra” y apuntando con el dedo le señaló un gran andamio de suaves tonos violetas con escalones de esponjosas nubes amarillas en cuyo final se vislumbraba un gran mural de vivos colores.


-“Y, ¿Qué quieren que haga yo?- preguntó sonriente el nuevo habitante.
El querubín que parecía más joven de los dos, respondió al instante:
“¿Qué  que queremos que haga?, Hombre, Don Antonio… ¡Dibujar!
¡Claro!,-interrumpió el más veterano de aquellos ángeles porteros. ¿Quién mejor que usted, Señor Mingote, para terminar nuestro mural sobre la historia del mundo celestial?, nos encantaría que sus dibujos decoraran

el cielo de los pintores, ilustradores y dibujantes, ya que usted es uno de los mejores. Además no puede usted negarse, los que han llegado a estos parajes antes, lo vienen haciendo durante siglos.
Antonio, levantó la mirada a los más alto de aquel extraño andamio de colores y  comenzó a ver rostros conocidos que enfrascados en su trabajo, pintaban, dibujaban y ponían color o sombras en el gran mural de aires celestiales.
Vio como desde arriba, le saludaban viejos amigos. Y sorprendido descubrió entre ellos a algunos de sus colegas y compañeros que habían vacacionado antes hacia las estrellas. Allí estaba Chumi con su cara seria y su agilidad con el rotulador, Summers dibujando en una esquina lo que sería un story-board para una nueva pelicula con estrellas, esta vez más reales que nunca , Picó llenando su espacio de señoritas, Ferrándiz dibujando cientos de angelitos de colores, Muntanyola ilustrando alguna escena celestial a modo de chiste, Goñi diseñando un nuevo grabado para ilustrar su parte del mural, Gila que bosquejaba una viñeta mientras con su hombro sujetaba un teléfono apoyado a su cabeza, Vázquez coloreando una de sus hermanas Gilda ,esta vez vestida de angelote celestial , Benejam dándole el último toque a la familia Ulises “En el cielo”, incluso en una de las esquinas con una camiseta de rayas blancas y azules se vislumbraba a Picasso y a un extravagantemente vestido Dalí, mientras mezclaban sus óleos con Goya y Velázquez y le pedían un poquito de aguarrás a Murillo que finiquitaba una maravillosa Inmaculada.
-¡No me lo puedo creer!- exclamó Antonio, que no salía de su asombro, ¡Hombre, si es que están todos los pintores, dibujantes, ilustradores y caricaturistas de la historia!, ¿Esto es un sueño, verdad?
  Desde el  fondo de las estancia pregunta una voz fuerte y potente
 contestó a su pregunta:
“¡NO SUEÑAS ANTONIO!, tú eres uno de ellos, uno de los grandes y desde esta mañana te has unido a la historia. Ahora perteneces a este mundo ya que como ellos has comenzado tu nueva vida en las estrellas”.
Antonio, acababa de comprender lo que ocurría y tras unos minutos de reflexión, abrió su carpeta, sacó una lámina en blanco , tomó un lápiz y comenzó a subir la empinada escalera de nubes.

Al llegar arriba, sonriente, sin prisas, nunca más pendiente del reloj, simplemente comenzó a dibujar.
Y dicen que desde que llegó las nubes negras y oscuras que navegan por los mares de las galaxias hacen cola para ser iluminadas con los colores de Antonio, de Antonio Mingote.

Breve biografía (wikipedia)

Antonio Mingote nació en 1919, hijo de Ángel Mingote, músico y natural de Daroca, Zaragoza y Carmen Barrachina, escritora natural de Batea, Tarragona. Fue el primero de los dos hijos del matrimonio y se lo bautizó con los nombres de Ángel Antonio Julián Orson Dulce Nombre de María Mingote Barrachina.4 Su hermana fue María de las Mercedes Mingote Barrachina, fallecida en 2006.5 Se aficionó a la lectura desde muy joven, aprendiendo a dibujar de manera autodidacta. Su infancia la pasó entre Daroca, Calatayud y Teruel. En esta última ciudad estudió con los Hermanos de las Escuelas Cristianas y en el Instituto. Fue discípulo aventajado del pintor Ángel Novella.
A los 17 años se vio obligado a alistarse en el ejército y, tras la guerra, entró en la Academia de Transformación de Infantería en Guadalajara (España), donde comenzó a dibujar en una revista extraoficial que se distribuía en la Academia y que se llamaba La Cabra. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza pero no terminó la carrera. Fijó su residencia en Madrid, donde trabó amistad con Rafael Azcona y con Carlos Clarimón.
Inició su carrera como humorista gráfico en la revista La Codorniz en 1946 de la mano de su director, Álvaro de Laiglesia. En 1948 publicó su primera novela, Las palmeras de cartón, y el 19 de junio de 1953 comenzó una colaboración con el diario ABC que continuó hasta su muerte. Dos años después, en 1955, le encomendaron la dirección de la revista humorística Don José, en la que empezaron a publicar escritores y dibujantes hoy eminentes, y la dirigió en sus cien primeros números. En 1974 escribió para el teatro El oso y el madrileño, una revista musical de Mario Clavel. Al año siguiente, 1975, escribió el guion de la serie de éxito de televisión Este señor de negro, dirigida por Antonio Mercero e interpretada por José Luis López Vázquez. Escribió guiones para cine, en colaboración con José Luis Dibildos, como los de las películas Soltera y madre en la vida, Pierna creciente, falda menguante, Hasta que el matrimonio nos separe, o su sátira política Vota a Gundisalvo. Posteriormente, escribió su segunda novela, Adelita en su desván. Además, entre 1993 y 1995 participó en el programa de televisión Este país necesita un repaso, de Telecinco, que dirigía José Luis Coll.

Mural de Antonio Mingote en el centro de Madrid.
En 1967, Prensa Española instituyó un premio que lleva el nombre de Mingote, que le concedió en su primera edición y que reconoce los trabajos de humor y periodismo gráfico. Hoy, el «Premio Mingote» es uno de los más prestigiosos, junto con el «Mariano de Cavia» y el «Luca de Tena». La obra más elocuente y filosófica de Mingote, Hombre solo, apareció en 1970. Unos años después publicó Hombre atónito donde se sorprende por los incomprensibles registros del comportamiento humano.
En 1987 fue nombrado miembro de la Real Academia Española y pasó a ocupar el sillón «r». Su discurso de ingreso, leído en 1988, versó sobre «La transición del humor de Madrid Cómico al de La Codorniz».
El 24 de mayo de 1996 recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, junto a nombres famosos, como el escritor Camilo José Cela y el poeta Rafael Alberti. El 15 de diciembre de 20056 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá de Henares y el 26 de enero de 2007 por la Universidad Rey Juan Carlos.
El 2 de diciembre de 2011 le fue concedido el título de Marqués de Daroca por el rey Juan Carlos I.7
Mingote ha gozado de prestigio internacional8 y sus chistes han sido reproducidos y traducidos en la prensa extranjera como en The New York Times, The Times Wednesday y The Daily Telegraph.


El 3 de abril de 2012 falleció en Madrid a los 93 años a causa de un cáncer hepático. Fue incinerado el 4 de abril, en el madrileño Cementerio de La Almudena, en la más estricta intimidad.
Fruto de su primer matrimonio tuvo un único hijo, Carlos, que le dio dos nietos, Pablo y Héctor.

Premios y galardones

Antonio Mingote ha recibido numerosos premios y galardones, entre los que podemos destacar:

Algunas obras

  • El conde sisebuto
  • Historia de la gente
  • Historia de Madrid
  • Historia del traje
  • Hombre solo
  • Hombre atónito
  • Historia del mus
  • Las palmeras de cartón
  • Mi primer Quijote
  • Patriotas adosados

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