Crónicas desde el cielo: Amparo a través del espejo (Amparo Muñoz)



Amparo con su larga melena, su carita triste y sus ojos cristalinos permanentemente empañados en lágrimas, aún un poco perdida por la nueva circunstancia, abre la puerta del que es su nuevo hogar desde hace escasas horas.
Está localizado en ese lugar adónde todos acaban llegando y del que luego nadie quiere regresar a pesar de nunca haber querido residir en él.
Tristona, se quita su abrigo y lo deposita sobre un precioso sofá con hermosos cojines de plumón blanco. Deja con sumo cuidado, su escueto equipaje de tan solo una maleta sobre una mesa nacarada y se dispone a echar un vistazo a la que será su nueva casa.
Confundida ante la nueva situación recorre con su mirada toda la estancia.
Techos altos que parece  que ayuden a respirar mejor por su altura, preciosas escayolas  que parecieran labradas por manos de ángeles que rodean a preciosas lámparas de finos cristales y luz brillante…
Los amplios ventanales dejan ver al otro lado de los cristales tallados un intenso y azul mar de nubes. Suelos de tablero de ajedrez, puertas de finas maderas exóticas  y trabajadas marqueterías dan un toque de elegancia a todo el salón.
Precisamente en ese instante, de una de las puertas surge una extraña figura que nuestra protagonista ve a través del reflejo de uno de los pulidos espejos.
Es una extraña mujer de largo cabello negro, entrada en años, demacrada, con grandes ojeras y envuelta en un halo de profunda tristeza y desilusión que refleja a través de su mirada.
A pesar de la apariencia de la figura, Amparo no la teme y se acerca más y más al espejo. Apenas cree reconocer aquella mujer avejentada y extraña que la mira e imita sus gestos en el espejo. Quiere hablar con ella, preguntarle quien es y que hace allí, pero solo escucha el eco de su propia voz, nada más.
Una gran luz anaranjada, cálida y con olor a azahar de primavera y leña en invierno entra por la claraboya del techo y es en ese mismo instante cuando aquella figura poco a poco empieza a desdibujarse, alejándose de la recién llegada, levantando una mano en señal de despedida.
En ese momento se abren las puertas de la casa y por ella comienzan a aparecer todos aquellos que quieren a Amparo y que como ella ya tienen su residencia en este lugar tan especial, donde todo es bello y verdad.
Amparo, mira hacia el espejo de nuevo y ve como aquella mujer triste y asediada que antes se reflejaba ha desaparecido y se ha ido diluyendo en el azogue del espejo para dejar paso de nuevo a una mujer bella, alegre, sana y fuerte como siempre debió de haber sido y el destino lo evitó.
 La sombra de lo que fue, se ha ido para siempre para nunca más volver.
Amparo camina hacia un mundo nuevo, feliz, tranquila y esperanzada. Y como si del final feliz de una de sus películas se tratará mira al horizonte y exclama:
“! Ahora, sí ¡Ahora soy feliz!

2 comentarios:

Nostálgica y nada más dijo...

Precioso, Mar. Este es el cielo que todos quisiéramos encontrarnos cuando llegue el momento. Sin duda, Amparo Muñoz se merece ese cielo, ya pasó en este mundo por el purgatorio. O acaso ya vivió su propio infierno. Me causa gran tristeza su historia, pero este cielo que has creado para ella me da ese puntito de esperanza que todo lo compensa. Maravillosa entrada, de una gran sensibilidad.

Mar Buelga dijo...

Gracias. Me has entendido muy bien.

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