Crónicas desde el cielo: ¡Ya estoy aquí! (Manuel Aleixandre) 12/10/2010



Crónicas desde el cielo: ¡Ya estoy aquí!

Cargado con una maleta transparente de ilusiones y vivencias, con una media sonrisa en la boca, su gorrita ladeada para evitar el aire que se forma entre los planetas y con un paso rápido y alegre, Manuel acaba de llegar a las puertas de su nueva casa celestial.
Todo está decorado en tonos suaves, azulados y violáceos, sin estridencias elegantemente decorado con esponjosos visillos y suaves y blanditos sofás y sillones.
-¡Qué bonito¡- ¡Qué elegante!- dice el recién llegado.
-¡Voy a estar muy a gusto aquí, en este precioso lugar!
Tras decir esto, deja su equipaje sobre una de las mesas del gran salón de suelos blancos, brillantes en los que se refleja la pequeña silueta del nuevo inquilino de la casa.
De repente y de una de las puertas sale una maravillosa querubina de alas algodonosas y mirada del color del más azul de los cielos, que le dice:
-Señor Aleixandre, ¿Ha tenido buen viaje?, Suponemos que la despedida de su cuerpo terrenal habrá sido suave, cálida e indolora, tal y como estaba dispuesto.
-Sí, sí, todo ha sido estupendo, apenas me he enterado del viaje, a pesar de ser largo. Me encantó el momento en que pasamos junto a la estrella fugaz de… ¿Era Andrómeda?, Sí, dice mientras mira un papel alargado de colores irisados, tal y como decía en los pasajes del viaje.
Una gran explosión de luz y color durante la cual recordé todas las cosas que hice durante mi “otra vida”, pasaron rápido delante de mi, haciéndome rememorar tantas cosas, mientras aquella gran luz iluminaba mi cara, fue fantástico, guapísima - dijo exultante de felicidad.
A partir de ahora, Señor Aleixandre, todo será así de fantástico, sin dolores, sin preocupaciones, todo belleza, todo felicidad…
Una sonrisa picarona asoma a los labios de Manuel, mientras mira ensimismado la maravillosa melena rubia de su bella ángel guía.
-Lo veo, lo veo, todo belleza, usted me lo confirma- dice a continuación, mientras casi hace ruborizar las blancas mejillas de la Querubina.
Tras estas palabras, se disponen a visitar el nuevo barrio.
Esta es la biblioteca de las estrellas, siempre está llena de nuevos libros, aquí se encuentran además de los libros de éxito, todos aquellos que nunca se publicaron por la injusticia de algunos editores o porque se quedaron guardados en algún cajón por vergüenza de los escritores tímidos- comenta la acompañante celeste.
Manuel, Manolo como le llamaban sus más íntimos amigos asiente contento con una sonrisa de felicidad, casi infantil. Aquella que le hizo asomarse a tantas pantallas de cine durante años.
Aquel ángel femenino, le sigue enseñando los rincones de los que serán los nuevos escenarios de su “nueva vida”.
“Esta es la videoteca y fonoteca, Don Manuel, aquí están todas las películas estrenadas y las no estrenadas, las perdidas, las quemadas, las olvidadas, todas aquellas que se han realizado en la historia del cine de todo el mundo. Por cierto que aquí están sus más de 300 películas, todas guardadas en estupendas cápsulas informáticas indestructibles”.- prosiguió la bella.
“Señorita, además de estas maravillas que veo, en este lugar, ¿Hay alguien más, o sólo es para mí?” – preguntó con interés.
Aún falta lo mejor, y como tiene usted muchas ganas de saber quienes le acompañaran en su nuevo hogar, le enseñaré un lugar donde le esperan, ¿Vamos?
-¡Sí, preciosidad de la creación, la acompaño a donde usted me lleve, ya que si es así estaré aún más en los cielos¡… terminó está frase con una sonrisa, mientras se engancha  del brazo de  su acompañante.
¡Ya hemos llegado, ¡aquí terminan mis funciones de presentación, nos veremos siempre que me necesite, solo debe de llamarme y apareceré. Solo debe pensar en mi nombre:
Libertad y yo apareceré.- Exclama la bella acompañante mientras le dedica un beso en la mejilla y abre las puertas de lo que parece un gran teatro.
-¡No dude que lo haré, preciosidad¡ le contesta haciendo gala de su galanura, que tan famoso le hizo entre el género femenino terrenal.
Manuel comienza a caminar entre el patio de butacas y comienza a escuchar un gran aplauso, cada vez más fuerte, cada vez más potente, mientras los espectadores levantándose de sus butacas le gritan:
-¡Bravo!, ¡Bravo!, ¡Bravo!...
Así llega al escenario y desde allí comienza a vislumbrar caras conocidas:
Fernando, José Luis, Casto, Miguel, Enrique, Enma, Antonio, Luisa, Gracita, Rafaela, Queta, Agustín, Carlos, Lola, Olga, Margot, Paco, María Luisa, Erasmo, Irene, Mabel, Rocio, Enrique, Manolo, Raquel, Venancio.… ¡Están todos!, ¡Están todos!- grita emocionado. ¡Esto es el paraíso celestial!
Y mientras saludaba a cada uno de sus antiguos compañeros, antiguos amigos y hasta antiguos amores, gritaba emocionado hasta casi el llanto:
¡Ya estoy aquí!, ¡Ya estoy aquí!







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